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TOTEM, un documental de Franca González

CONTEXTO EN EL QUE SE NARRA LA HISTORIA DEL FILM

Entre marzo de 1964 y mayo del 2008, la mayoría de las personas que transitaron la zona de Retiro en la ciudad de Buenos Aires, seguramente se sorprendieron al descubrir la presencia de un inmenso poste tallado, enclavado en una plaza llamada Canadá.

Pocos llegaron a saber que lo que había allí era un tótem kwakiutl, tallado por Henry y Tony Hunt, indígenas del norte de la isla de Vancouver. El tótem fue un regalo de Canadá a la ciudad de Buenos Aires. El trabajo de labrado y pintura demandó 6 meses. Se utilizó un rollizo de cedro rojo de 4 toneladas y 21 metros de altura, de aproximadamente 2.000 años de edad.

Contrariamente a la creencia de muchas personas, los palos totémicos no son símbolos religiosos, sino representaciones plásticas de su mitología tribal o de sus leyendas familiares. Cada tótem contiene un número de figuras independientes, unas animales, otras del mundo sobrenatural, ubicadas una arriba de otra. Cada una de ellas representa algún hecho relacionado con el pasado del jefe para quien fue erigido. Si son tótems heráldicos, esas figuras representan a los integrantes de la familia y funcionan como una forma de árbol genealógico. El que llegó a Buenos Aires, era un poste de tipo conmemorativo y heráldico, perteneciente al clan Geeksem de la tribu Kwakiutl. Allí, entre otras figuras, aparecían el águila, la ballena asesina, el lobo marino, el castor y el ave canibal (hok hok).

Recién en el 2008, y al no haber recibido tareas de mantenimiento, el tótem mostró una leve inclinación. Las autoridades determinaron que la base estaba en mal estado y consideraron riesgoso que el poste permaneciera en el espacio público.

A mediadios de aquel año, el tótem fue desenterrado y colocado en forma horizontal, junto a su antiguo emplazamiento. A los pocos días,  llegó la orden de fragmentarlo en cinco partes con sierra mecánica. El más triste final que se le puede dar a un tótem es cortarlo en pedazos. Un tótem es una única pieza, sin cortes internos, ni uniones ni agregados. Se lo eligió entre los árboles del bosque, por ser alto, esbelto, tener pocas ramas y un diámetro ganado a fuerza de miles de inviernos. Si el tallador comete un error, no hay marcha atrás. Hay que empezar de cero, con un nuevo árbol.

 

Según los relatos de los uniformados que custodiaban los restos del viejo tótem, descendientes de pueblos originarios se acercaron a llorar cuando vieron la figura caída a todo lo largo de sus 21,5 metros. Es que éste fue, durante muchos años, el único monumento realizado por indígenas emplazado en un espacio público de toda América Latina.


En 2011, tras algunas idas y vueltas diplomáticas, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires decide solicitar el tallado de un nuevo tótem. Luego de varios meses de búsqueda, los canadienses logran localizar al hijo de Henry Hunt, el autor del viejo poste. Así llegan a Stan Hunt, un hombre de 52 años que vive en Fort Rupert, un pueblito indígena al norte de la isla de Vancouver, sobre el Océano Pacífico.


Stan aprendió a tallar el cedro rojo, viendo trabajar a su padre y a su abuelo Mungo Martin, reconocido escultor y  jefe kwakiutl.

 

En esa aldea pobre, de apenas 300 habitantes, todos se revolucionan ante el pedido que le llega a Stan desde el otro borde del mapa. Hacer un tótem implica la colaboración de una quincena de personas. Para Stan, reemplazar la obra de su padre, será el trabajo más trascendental de su vida. Siempre y cuando las cosas salgan como él las sueña y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cumpla con sus promesas...

Este es el marco dentro del cual se desarrolla nuestro film. No todos estos datos forman parte de la historia de la película, dado que nos interesó contarla desde lugares más poéticos u observacionales que netamente informativos.

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El documental, que surge con la idea de seguir el proceso de realización del tótem, se ve redireccionado tras recibir la noticia de la suspensión del proyecto, por parte del Gobierno de la Ciudad. La noticia llega a pocos días de comenzar la filmación en Fort Rupert (British Columbia, Canadá), junto a Stan Hunt.

Este giro de los acontecimientos nos llevó - primero - a intentar convencer a Stan para que pese a todo, nos permitiera quedarnos y filmar juntos el tiempo que teníamos previsto. A partir de entonces, pudimos adentrarnos un poco más en la cultura kwakiutl, en el trabajo cotidiano de Stan, en sus creencias e impulsos creativos. Y sobre todo, en la densidad de sus silencios.

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